La narración como herramienta de evolución personal

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©foto: Paula Betancourt

Desde la antigüedad la narración ha servido como vector de transmisión del conocimiento, sobre todo espiritual.

Este es el caso en los mitos, que pueden ser considerados como no fácticos, pero verdaderos, ya que indican la dirección de la verdad.

Más recientemente, el psiquiatra y psicoanalista Carl Gustav Jung habló de representaciones arquetípicas, expresiones de imágenes universales presentes desde siempre en el pensamiento humano. Los cuentos o los mitos son un campo privilegiado de juego para ellas. Por lo tanto, puede utilizarse su estudio para comprender mejor el inconsciente colectivo, capa del inconsciente más profunda y más innata que el inconsciente personal.

En esta línea un autor como Clarissa Pinkola Estés, analista junguiana, poeta y narradora, le ofrece a las mujeres un enfoque interesante. En su libro « Mujeres que corren con los lobos » recomienda el uso del análisis de los cuentos de diversas culturas (nativa americana, japonesa, escandinava, eslava, tibetana, etc. ) como un espejo. El objetivo es comprender mejor nuestra propia psique y los desafíos internos y externos que enfrenta.

A través de una quincena de cuentos analizados, ilustra cómo las historias con sus imágenes y símbolos pueden hacerle eco a elementos de nuestra psique. De esta forma pueden desbloquear energía psíquica mediante la identificación y ayudarnos a conectar con nuestros instintos naturales más profundos para avanzar hacia un bienestar concreto.

Pinkola Estes concibe las historias como « vitaminas del alma » que « ponen en marcha la vida interior. » Regeneran impulsos psíquicos perdidos debido principalmente a la educación y a la presión cultural. Por lo tanto tienen un tremendo poder terapéutico, enmarcandose dentro del objetivo de la psicología en cuanto al conocimiento del alma.